Comentare MAITREYA RAEL:
“Esa es la manera: no vioelancia y nunca ser impresionado por una amenaza de violencia.”

http://www.playgroundmag.net/noticias/historias/hombre-atracado-ignorando-ladron-armado_0_1790220980.html

Es conocido que los camareros en todo el mundo evitan recibir nuevas comandas de clientes cuando están saturados de trabajo simplemente evitando establecer contacto visual con toda persona que se cruza en su camino.

Desconocemos si se trata de una técnica que también se ve obligado a realizar a diario el dueño de este restaurante de comida para llevar pero, poniéndola en práctica, acaba de evitar ser atracado a mano armada.

Ocurrió la noche del pasado sábado en Christchurch, Nueva Zelanda. Said Ahmed, de origen egipcio, se encontraba a medio preparar un souvlaki de pollo cuando vio entrar en su local a un hombre enmascarado y armado con una pistola.

Hasta aquí podría tratarse de un atraco de lo más normal y corriente si no fuera porque Said decidió terminar de servir a su cliente antes de alejarse del mostrador con toda la calma y naturalidad del mundo, como si nada de aquello estuviera pasando.

Una situación en la que al atracador no le quedó más remedio que marcharse confuso.

Él quería asustarlo pero la víctima decidió que no podía. Said ha reconocido que el corazón le iba a mil por hora, sin embargo, no se permitió que el atracador lo notara para no conferirle ese poder.

En aquellos momentos, estaba solo en el restaurante y los comercios de alrededor ya habían cerrado. No pasaba mucha gente por la calle así que, casi de forma inconsciente, decidió terminar de atender a su cliente para que éste pudiera ponerse a salvo. En el vídeo difundido por la policía, procedente del circuito de vigilancia del establecimiento, se puede ver cómo el hombre recoge su pedido con una mezcla de miedo y confusión.

Acto seguido, Said se dirige a la cocina para llamar a la policía. Mientras se alejaba, dice, pensó que si le disparaba desde lejos, al menos, el daño sería menor.

Por suerte, nada malo ocurrió. El atracador se rindió y se fue como había venido. Por su parte, Said, que está acostumbrado a la violencia diaria de los años que pasó en Egipto, se convertió en un héroe estoico.