
Comentario de MAITREYA RAEL:
“Otro crimen racista de las personas más bárbaras en la tierra: los Europeos. Americanos, Australianos, Neo Zelandeses, etc… son todos lo mismo: Europeos quienes invadieron y robaron otros países con genocidios.”
http://www.bbc.com/mundo/noticias-37384599
A principios del siglo XIX, era casi una moda recolectar animales salvajes alrededor del mundo, traerlos a casa, embalsamarlos y mostrarlos casi como un trofeo de caza. Pero un comerciante francés fue un poco más lejos: trajo el cuerpo de un guerrero africano, lo disecó y lo dejó disponible para ser exhibido en un museo. Cuando se lo topó en España, el escritor holandés Frank Westerman decidió investigar su historia.
Nos trasladamos a Botswana. Más exactamente, a la ciudad de Gaborone, donde se levanta uno de los monumentos más famosos del país: “El Negro”.
En una de las placas del memorial se puede leer: “El Negro. Murió en 1830. Hijo de África. Su cuerpo fue llevado a Europa. Retornó a suelo africano en 2000”.
La fama de “El Negro” proviene de los viajes que realizó después de muerto. Y que duraron unos 170 años, convertido en una atracción de museos en Francia y España.
Generaciones enteras de europeos se agolparon frente a su cuerpo medio desnudo, que había sido rellenado de algodón y preparado por un taxidermista. Permaneció allí, de pie, exhibido como un trofeo.
Mochilero
En 1983, cuando era estudiante universitario, accidentalmente lo hallé en un viaje de mochilero por España.
Había pasado la noche en Bañolas, una población en el norte de Cataluña, y resultó que el museo de historia natural de la ciudad estaba al lado del hotel. Decidí visitarlo.
“Él es real”, me dijo una estudiante. “¿Quién es real?”, pregunté.
“¡El Negro!”, explicó casi gritando y seguidamente se escuchó una larga carcajada de sus amigas que aguardaban en la entrada de aquel museo.
Lola me vendió una entrada y me señaló el lugar donde estaba ubicado el salón de reptiles.
“En esa dirección”, señaló Lola. “Y después vaya a través de los salones siguiendo el orden de las manecillas del reloj”.
Después de pasar por el salón de los “Humanos”, continué al de los “Mamíferos” y allí lo encontré, junto a algunos primates y huesos de gorila.
Allí estaba el cuerpo relleno de “El Negro”, que sostenía una lanza, estaba adornado por un tejido de rafia y apenas cubierto por una especie de toalla naranja.