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Ámense en libertad, sin matrimonios, sin ataduras, ese es el más bello, saludable y verdadero amor 
La leyenda sioux de las relaciones de pareja
Una vieja leyenda cuenta que una mañana una joven pareja de sioux fue a ver al chamán de la aldea.
Vivían cerca de Paha Sapa, las actuales Colinas Negras, consideradas sagradas para este pueblo.
El joven era un valiente guerrero, y en su corazón habitaban el honor y la nobleza.
En Nube Alta, la joven de ojos rasgados y pelo largo, había una gran determinación y, sobre todo, un profundo amor por el hombre que iba a convertirse en su marido.
La razón por la que habían decidido visitar al chamán era muy importante para ellos: tenían miedo, miedo de que su compromiso, de que ese amor devoto y firme que ahora se juraban, se rompiera de alguna manera.
También temían morir y no encontrarse en el más allá.
Deseaban que el viejo mago les diera un remedio, un hechizo o un conjuro para que su amor durara para siempre.
El viejo chamán los miró un momento, con el rostro aguileño y arrugado por la edad.
Fumó unas pipas, frunció el ceño, se aclaró la garganta y, finalmente, cogió la mano de la joven:
Si quieres tener a tu lado durante mucho tiempo a esa persona que amas, tendrás que emprender un viaje.
No será fácil, te lo advierto.
Subirás a lo alto de esa colina que ves al fondo y cazarás con tus propias manos un halcón, el más fuerte y hermoso que verás.
Luego debes traerlo vivo, aquí mismo, el tercer día después de la luna llena.
Entonces el chamán se volvió hacia el joven guerrero.
En cuanto a ti, debes saber que tu tarea será igual de compleja y exigente.
Debes ir a la cima de la montaña más alta de nuestra región y cazar un águila.
La más bella, la más vigorosa, la más salvaje. Luego debes traerla de vuelta aquí, el mismo día que a tu amada.
La joven sioux y su amado tuvieron éxito en el desafío propuesto por el viejo chamán.
Ella había cazado un halcón y lo había metido en una bolsa de piel. En cuanto al joven guerrero, llevaba su águila. La más bella, la más fuerte.
Cuando llegaron frente al viejo hechicero, le preguntaron cuál sería el siguiente paso: ¿Sacrificar las aves y bañarse en su sangre, tal vez?
– Ahora, deben hacer lo que les digo: tomen las aves y átenlas por las patas con un cordón de cuero. Así, una estará atada a la otra y viceversa.
Luego deberán soltarlos para que puedan volar libremente.
Cuando los dos jóvenes se dieron cuenta de lo que se les había pedido, se quedaron mudos y estupefactos por el resultado.
Lo único que consiguieron hacer las dos aves al intentar volar fue caer una y otra vez.
Frustrados y llenos de ira, empezaron a picotearse el uno al otro.
El viejo chamán se acercó a ellas y las separó.
Este es el hechizo que les voy a dar: aprendan de lo que acaban de ver.
Si se atan el uno al otro, aunque sea con amor, lo único que conseguirán es arrastrarse, hacerse daño y ser infelices.
Si quieren que su amor dure, vuelen juntos, alto en el cielo, pero nunca se aten el uno al otro.
Porque el verdadero amor une, pero no aprisiona.
Imagen compartida por MAITREYA RAEL
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