Comentario de MAITREYA RAEL:
“¿Todos en Francia están impactados por “inmigrantes” violando mujeres francesas? ¿Tal vez es tiempo para recordar a los soldados franceses violando mujeres de Algeria?”

http://www.rebelion.org/hemeroteca/ddhh/argelia221101.htm

El Corresponsal de Medio Oriente y Africa

El ejército francés violó sistemáticamente a las mujeres durante la guerra de Argelia. Al menos así lo afirma el periódico francés Le Monde en su edición del 11 de octubre. La periodista Florence Beaugé se entrevistó con varios de los soldados que participaron en la guerra de Argelia entre 1954 y 1962 y obtuvo los testimonios directos de unas violaciones que han permanecido desde entonces silenciadas como uno de los episodios más vergonzantes de la historia reciente del país.

Estas declaraciones demuestran que las violaciones no constituían casos aislados, desviaciones que podían ser duramente castigadas si llegaban a oídos del superior, sino una práctica de tortura y desahogo sexual cotidiana, e incluso promovida, entre las tropas francesas desplazadas a Argelia durante el conflicto. Por supuesto, no existen pruebas escritas de que los soldados recibieran órdenes de este tipo, tampoco los soldados alardearon de sus actos en sus cuadernos de notas.

La historiadora Claire Mauss-Copeaux indicó a Le Monde que estas violaciones masivas se debieron con toda probabilidad a dos motivos, en primer lugar, al tremendo racismo hacia la población musulmana y en segundo a que la guerrilla obligó a las tropas a dispersarse en pequeños grupos aislados en los que cualquiera podía convertirse en el jefe y, por lo tanto, decidir sobre la vida y la muerte de la población. Benoît Rey, que ha relatado su experiencia como enfermero en Argelia en el libro “Les Egorgeurs” (Los Estranguladores) reconoce que los oficiales les concedían permiso para violar a las mujeres, eso sí, con la recomendación de que fueran discretos. Rey asegura que no se planteaban la moralidad de sus actos, simplemente les parecía que se lo merecían. Además, sólo eran mujeres y, peor todavía, árabes.

Henri Pouillot también ha escrito un libro, “La Villa Susini”, en el que relata su experiencia en Argelia desde que fue llamado a filas en 1961. En sus declaraciones a Le Monde, Pouillot asegura que asistió a un centenar de violaciones de detenidas en un espacio de dos meses. Está convencido de que el índice de mujeres detenidas que sufría violaciones durante el proceso de tortura era de 9 de cada 10. Establece la diferencia entre dos tipos de violaciones, la que se cometía durante la tortura, como un método para que la detenida hablase, y los más numerosos, que se perpetraban en la comodidad de los cuartos sólo para desahogarse. Durante las detenciones, la tropa se aseguraba de que se incluyera a una o dos mujeres para disfrute de los hombres.

La abogada Gisèle Halimi, que escribió junto a Simone de Beauvoir la obra “Djamila Boupacha”, en la que denunciaba el sinfín de violaciones cometidas por el ejército francés, también asegura que nueve de cada diez detenidas fueron violadas por los soldados. Sin embargo, no cree que la finalidad de esta tortura fuera conseguir que la detenida hablase, sino anularla, convencerla de que no era nadie y hacerle entender quién mandaba.

Los perpetradores de estos crímenes tienen motivos más que suficientes para haber permanecido en silencio durante cuarenta años. Nunca conoceremos el número de mujeres argelinas víctimas de una arma de guerra que se aplica por sistema en casi todos los conflictos bélicos porque también ellas siguen teniendo vergüenza de confesar el horror de haber sido violadas por ser mujeres o, lo que es lo mismo, “peor que los perros”.